7.11.16

La mirada superpuesta


A un año, entro en el ejercicio de preguntarme: ¿Qué me dejó? ¿Qué nos dejó? Y  me abstengo de nuestro relato de amistad, porque es personal e intransferible y para mí todavía muy doloroso,  buceo entonces por mi memoria sabiendo que esas dos preguntas están llenas de respuestas.
Me dejó la curiosidad por las cosas, el desparpajo y la convicción de formarse más allá de lo formal. La paciencia con que exponía sus convicciones sabiendo que las mismas en “esas épocas” eran vistas con sospecha y en muchos casos con una mirada burlona entendible. Nos llevaba a lugares muy distintos, nos hacía abrazar árboles, hacer figuras en el cielo o aprender a apreciar el silencio.  Tenía un mundo paralelo al que no renunciaba y seguramente fue una adelantada, porque si pensamos en la estructura universitaria, aún hoy genera mucha sospecha andar por ahí repartiendo magia y alegría, contacto con todo lo que trabajamos, respeto a la naturaleza, al entorno.
Tenía la capacidad de no rendirse, sabía a lo que se exponía cada vez que nos invitaba a una de sus experiencias, entendía que nosotros (casi todos) no podíamos hacerlo solos, así que nos educaba con compasión. Cerrábamos los ojos como ella nos pedía, y comenzábamos a girar, nos deteníamos, caminábamos sin saber a dónde y sus palabras guiaban nuestros titubeantes pasos invitándonos a apelar a los sentidos. “Huelan, toquen, sientan…” Los alumnos la seguían, porque además de aprender era siempre un gozo escuchar sus ganas de enseñar y de vivir el aquí y ahora.
¿Qué me dejó? Una mente más abierta, el gozo de las charlas compartidas.
¿Qué nos dejó? La necesidad de arriesgar, de dar un salto y exponernos cuando nuestra convicción nos lleva por caminos que la intuición guía, sin importar los obstáculos,  porque ellos son sólo  mojones que nos ayudan a fortalecer nuestras ideas. Si vivimos nuestra profesión y nuestras vidas desde un lugar de  confort, nosotros los docentes y los estudiantes más que nada, no provocaremos los cambios necesarios para estar a la altura de los nuevos desafíos.

Inés vos sabés que a mí también me costaba, quizás por eso te empeñaste en adoctrinarme y tuviste la ternura de no escucharme. 

Luis Zino

6 comentarios:

mery dijo...

precioso, flaco

Buhoview Productions dijo...

Que bien lo dijiste Luis. Gracias por el recuerdo y esas palabras. Siempre está presente en mi su forma de ver porque me cambió el rumbo.
Foglino

gusachi dijo...

Que lindo! ... sin palabras. Un año ya/recién! <3

ranafan dijo...

Gracias ❤
Renata

sissi dijo...

Gracias Flaco

Elizabeth dijo...

Qué linda manera de recordar a alguien tan especial.